El infame Experimento Monstruo: inducir tartamudez a huérfanos

El infame Experimento Monstruo: inducir tartamudez a huérfanos

La historia de la psicología está repleta de experimentos y estudios pioneros que allanaron el camino para la investigación y ayudaron a transformar el campo de la psicología experimental en lo que es hoy. Sin embargo, por fascinantes e impactantes que sean estos estudios, los dilemas éticos profundos que conllevan no pueden ser ignorados. Uno de estos desastres éticos ocurrió en el verano de 1939, cuando el renombrado experto en habla de Iowa, el Dr. Wendell Johnson, y su estudiante de posgrado, Mary Tudor, realizaron el Experimento Monstruo, un experimento sobre impedimentos del habla en 22 huérfanos del Hogar de Huérfanos de Soldados y Marineros de Iowa en Davenport, Iowa. 

Hoy en día, sin embargo, el experimento es mejor conocido como la historia de dos profesionales de la salud que dañaron a niños inocentes en nombre de inventar una cura para la tartamudez.

¿Qué es el Experimento Monstruo?

El infame Experimento Monstruo: inducir tartamudez a huérfanos

El Experimento Monstruo fue una investigación llevada a cabo en 1939 en Iowa, Estados Unidos, con el objetivo de inducir la tartamudez en niños que no la padecían. Este controversial experimento fue dirigido por Wendell Johnson, quien buscaba explorar las causas de la tartamudez. Johnson sostenía que la tartamudez no era hereditaria, sino un comportamiento aprendido, resultado de la ansiedad y la presión social que los niños experimentan al aprender a hablar.

Para poner a prueba sus teorías, Johnson reclutó a Mary Tudor, una de sus estudiantes de posgrado en la Universidad de Iowa, para que ejecutara el experimento bajo su supervisión. Se reclutaron a 22 niños huérfanos de entre 5 y 15 años, quienes fueron divididos en dos grupos experimentales. 

Un grupo recibió devoluciones positivas al hablar, siendo felicitados por su fluidez y ejecución correcta. El otro grupo, en cambio, recibió devoluciones negativas: se les criticaba constantemente y se les hacía hincapié en sus errores, diciéndoles que estaban condenados a desarrollar tartamudez. Este experimento, carente de ética y humanidad, se llevó a cabo entre enero y mayo de 1939.

Johnson esperaba demostrar que la tartamudez podía ser inducida a través del refuerzo negativo, reforzando su teoría de que esta condición no tenía una base genética. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. Los niños no desarrollaron tartamudez como tal, pero sí sufrieron graves consecuencias psicológicas, incluyendo ansiedad, baja autoestima y un notable deterioro en sus habilidades sociales y de comunicación. Debido a la naturaleza cruel y poco ética del estudio, fue conocido como el «Experimento Monstruo» por otros estudiantes de la Universidad de Iowa.

Consecuencias en los Participantes

El infame Experimento Monstruo: inducir tartamudez a huérfanos

Los efectos del Experimento Monstruo en los niños fueron devastadores y de largo alcance. Los participantes no solo fueron víctimas de un trato psicológico abusivo, sino que también desarrollaron una serie de trastornos emocionales y del habla. Aunque el estudio no logró inducir tartamudez en los infantes, sí generó consecuencias severas, incluyendo:

  • Problemas de ansiedad: Los niños que recibieron críticas constantes desarrollaron una ansiedad significativa al hablar, lo que se reflejó en su comunicación diaria. Esta ansiedad perduró más allá del experimento, afectando sus interacciones sociales y su capacidad para expresarse libremente.
  • Retraimiento y baja autoestima: Las críticas y el refuerzo negativo llevaron a muchos de los niños a retraerse, evitando participar en conversaciones y actividades que involucraran hablar en público. Su autoestima se vio gravemente afectada, ya que empezaron a dudar de sus habilidades y a internalizar los mensajes negativos que recibían.
  • Problemas de Comunicación: Además de la ansiedad y el retraimiento, algunos niños experimentaron una retención del habla, en la que evitaban hablar o respondían de manera monosilábica para evitar cometer errores. Esto no solo perjudicó su desarrollo lingüístico, sino que también dificultó sus relaciones interpersonales.

El Experimento Monstruo del estudio fue tan severo que algunos de los niños nunca lograron superar completamente las secuelas emocionales. A pesar de que el experimento se mantuvo en secreto durante muchos años, las cicatrices psicológicas persistieron, afectando sus vidas de manera significativa. 

Mary Tudor, la estudiante que ejecutó el experimento Monstruo, expresó posteriormente su arrepentimiento y lamentó haber participado en la investigación. Sin embargo, Wendell Johnson nunca fue formalmente penalizado por sus acciones, y el estudio no se hizo público sino hasta muchos años después, cuando sus implicaciones fueron finalmente reconocidas y discutidas.

Cuestionamientos morales y éticos

El Experimento Monstruo es considerado uno de los estudios más notorios en la historia de la investigación psicológica debido a su falta de ética y la crueldad con la que se llevó a cabo. Desde una perspectiva ética, el experimento violó varios principios fundamentales que guían la investigación con seres humanos, tales como el consentimiento informado, la no maleficencia y la protección de los participantes vulnerables.

  • Falta de consentimiento informado: Los niños participantes del experimento eran huérfanos, una población vulnerable que no pudo dar su consentimiento informado. Ni ellos ni sus cuidadores fueron informados de la verdadera naturaleza del estudio, lo cual constituye una grave violación ética.
  • Daño psicológico intencional: La investigación buscó intencionadamente inducir un trastorno en los niños mediante el uso de refuerzo negativo. Esta acción no solo es moralmente reprobable, sino que va en contra del principio de no maleficencia, que establece que los investigadores deben evitar causar daño a los participantes.
  • Uso de Población Vulnerable: Johnson y Tudor seleccionaron a niños huérfanos como sujetos de estudio, quienes ya se encontraban en una posición de vulnerabilidad social y emocional. El uso de esta población sin medidas adecuadas de protección subraya la falta de consideración ética en el diseño y ejecución del estudio.

El experimento Monstruo no solo pasó desapercibido durante muchos años, sino que también fue deliberadamente ocultado por Johnson y la Universidad de Iowa, quienes temían que su reputación se viera comprometida al asociarse con prácticas similares a las de los experimentos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Fue solo en 2003, tras la publicación de un artículo en el New York Times titulado «El estudio del monstruo del doctor de la tartamudez», que la historia completa salió a la luz, provocando un renovado debate sobre los límites de la investigación científica y la importancia de los estándares éticos.

Consecuencias Legales

El infame Experimento Monstruo: inducir tartamudez a huérfanos
Wendell Johnson, creador del Experimento Monstruo.

En 2007, después de que se hizo público el daño causado por el Experimento Monstruo, la Universidad de Iowa fue demandada por algunos de los sobrevivientes del estudio. Las demandas alegaban que la universidad y sus investigadores habían cometido abusos graves y habían fallado en proteger a los niños de los daños psicológicos causados por el experimento. Como resultado, la Universidad de Iowa acordó pagar una indemnización de 925,000 dólares a las víctimas, un gesto que, aunque significativo, fue considerado insuficiente por muchos para compensar los años de trauma y sufrimiento.

Este caso se convirtió en un claro ejemplo de los peligros de la investigación sin supervisión ética adecuada y resalta la importancia de las regulaciones y directrices para proteger a los participantes de la investigación. Aunque Johnson nunca enfrentó consecuencias legales directas por el experimento Monstruo, la indemnización pagada por la Universidad de Iowa sirvió como un recordatorio de las responsabilidades éticas y legales que las instituciones deben cumplir al llevar a cabo investigaciones con seres humanos.

El Experimento Monstruo sigue siendo una mancha en la historia de la investigación científica y un recordatorio de que los fines nunca justifican los medios cuando se trata de la dignidad y bienestar de los seres humanos.

Referencia:

  • Marquette University/The “Monster” Study. Link
  • Minnesota State University/The Who, What, When and Where of the “Monster” Study. Link.
  • Penn State University/The Monster Study. Link.

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Erick Sumoza

Soy un escritor de ciencia y tecnología que navega entre datos y descubrimientos, siempre en busca de la verdad oculta en el universo.

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